in

En el Día Mundial de la Alimentación, en tiempos de pandemia

Por: Jorge Ancizar Cabrera Reyes.

“Una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus conciudadanos con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada”. Nelson Mandela, premio nobel de la paz 1993.

Hoy en el Día Mundial de la Alimentación que fue declarado en el año 1979 por las Naciones Unidas y se conmemora el 16 de octubre de cada año, y coincide con la fecha de creación de la FAO el 16 de octubre de 1945, se requiere mucho énfasis y trabajo en este vital tema por parte de los Estados, de la Sociedad Civil y del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas que es el organismo líder en la lucha contra esta calamidad del hambre, la desnutrición y para proteger principalmente el derecho a la vida, a la seguridad alimentaria, a la salud, a la educación, a la paz y al desarrollo social y sostenible.

Para tener en cada país y en nuestro caso, ahora que también nos ataca el coronavirus, una población sin hambre, sin pobreza extrema, logrando ante todo disminuir la inequidad y con mejores indicativos económicos en la búsqueda de una sociedad más justa e igualitaria, ya que tener hambre y vivir con ella el muy doloroso, para decir con Miguel de Cervantes “El mayor contrario que el amor tiene es el hambre.”

Según la Cumbre Mundial de Alimentación, de la Fao en el año de 1996, que es la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, dedicada a nivel global a combatir el hambre, dijo que la seguridad alimentaria existe: “Cuando todas las personas tienen acceso físico, social y económico permanente a alimentos seguros, nutritivos y en cantidad suficiente para satisfacer sus requerimientos nutricionales y preferencias alimentarias, y así poder llevar una vida activa y saludable”.

En nuestra Constitución Política de 1991 la seguridad alimentaria está elevada a rango constitucional en su artículo 44 que establece: “Son derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad física, la salud y la seguridad social, la alimentación equilibrada…” De ahí, el hambre y sus secuelas sigue siendo una amenaza inminente cuando una persona no come lo suficiente, careciendo de elementos esenciales para el crecimiento como son las proteínas, sales y vitaminas.

El hambre se concentra fundamentalmente en los lugares donde los ingresos son insuficientes y bajos lo evidencia la relación entre el hombre y la pobreza, la inequidad sobre el hambre tiene causas económicas, sociales, políticas y siempre se evidencia escaseces y hambrunas, no obstante se dispone de suficientes alimentos para combatir la desigualdad, el hambre y la pobreza.

Esto nos lleva a pensar que después del problema del agua, y del cambio climático, es el hambre quizás el problema político y moral más apremiante que se plantea a los jóvenes de hoy, en cuantos ellos van a ser los dirigentes del futuro.

Crear una cultura de la seguridad alimentaria, es crear en la opinión pública una mayor conciencia sobre la naturaleza y gravedad del problema de la alimentación en el país y en el mundo, se debe incentivar y promover la solidaridad entre todos los colombianos con el fin de crear un esfuerzo colectivo para eliminar de una vez por todas el hambre, la malnutrición, permitiendo solucionar con mayor facilidad las necesidades básicas insatisfecha.

La miseria, la pobreza y el hambre es uno de los principales problemas a resolver y hay que pedir a los líderes políticos, del gobierno y de las altas cortes compromisos relacionados en sus gestiones que tiendan a erradicar esta deuda social.

Anuncios

What do you think?